CULTIVO DE TRUFA NEGRA


España es uno de los países mayores productores de trufa negra silvestre, y sin embargo, hasta hace pocos años, no se había prestado mucha atención al cultivo de la trufa. Hoy la situación socioeconómica obliga buscar nuevas fuentes de empleo y nuevas alternativas para los campos españoles. El cultivo de la trufa es una de estas alternativas, sobre todo, en zonas montañosas de economía deprimida, en cultivos agrícolas abandonados, y en olivares de montaña que han perdido su rentabilidad por competencia con olivares instalados en zonas llanas con nuevos métodos agronómicos. Es decir, cultivar trufas resulta muy rentable y tiene un nicho libre para su cultivo.
Las trufas son hongos subterráneos o hipogeos de la clase Ascomicetos, orden Tuberales, familia Eutuberáceas y género Tuber.
Hasta la fecha en Europa se han encontrado veintiuna especies diferentes del género Tuber. Solamente unas pocas son comestiblemente apreciadas. Las de mayor valor comercial son las tres siguientes:
1.- Tuber nigrum Bull (= T. melanosporum Vitt.). Es la llamada trufa negra o de Perigord y la más apreciada en España y Francia.
2.- Tuber brumale Vitt. Es una trufa negra muy similar a la anterior pero de inferior calidad y precio. Se recolecta junto a T. nigrum en los bosques españoles. Para su correcta separación hay que adquirir experiencia.
3.- Tuber magnatum Pico. Es la trufa blanca de Italia y la que alcanza los precios más elevados en el mercado.
Hasta hace poco tiempo toda la producción de trufa era natural y procedía de la que se recolectaba en los bosques, pero en los últimos años se han puesto en marcha técnicas de micorrización y cultivo que permiten obtener buenas producciones, siempre que se cumplan unos requisitos mínimos.
En España su nicho se encuentra en el este peninsular, encontrándose principalmente en las provincias de Teruel, Huesca, Castellón, Lérida, Barcelona, Soria y Guadalajara, y también de otras, como Navarra, Cuenca, Albacete, Granada, Jaén e incluso, esporádicamente, en Murcia. Se estima, que hoy en día, alrededor del 30 o 40% de la producción mundial de trufa negra proviene de nuestro país.
MAPAS DISTRIBUCIÓN DE LA TRUFA NEGRA EN ESPAÑA



Si quieres emprender un proyecto de plantación trufera hay tres cuestiones básicas para tener éxito:
1.- Planta de calidad.
2.- Suelo y clima adecuados.
3.- Cuidado de la plantación.
Lo primero es saber que Plantas simbiontes son capaces de acoger el cultivo de la trufa. Solo unas pocas pueden mantener una producción trufera estable, de las cuales las más frecuentes en España son la encina (Quercus ilex), el quejigo (Quercus faginea), el roble pubescente (Quercus humilis), la coscoja (Quercus coccifera) y el avellano (Corylus avellana), debiendo elegir cuidadosamente la especie y utilizar la que mejor se adapte a nuestra zona. Es fundamental disponer de plantas debidamente micorrizadas por la trufa negra para que una explotación tenga éxito. Hoy en día existen multitud de viveros que se dedican a esta labor.











Los suelos truferos son siempre calizos. Su Ph debe estar entre 7,5 y 8,5. Deben descartarse los suelos yesosos, salinos y los que se encharcan. La textura del suelo debe ser equilibrada, ni muy arcilloso ni muy arenoso. Debe hacerse un análisis del suelo previo a la plantación. La plantación se hace a marco real, utilizando de 200 a 400 plantas por hectárea, para facilitar la insolación del suelo.
Las condiciones climáticas, serían: veranos marcados por las tormentas estivales, con otoños libres de heladas, en sus primeras semanas al menos, e inviernos no excesivamente fríos, en los que las mínimas no desciendan de los 10 bajo cero durante un buen número de días consecutivos. En cuanto a las precipitaciones, con 500-600 litros/m2 suele ser más que suficiente.
La altitud ideal para el cultivo de trufa negra es de entre 800 y 1200 metros sobre el nivel del mar, aunque hay excepciones y así podemos encontrar trufas en zonas más bajas (Valencia) y en zonas con mayor altitud (Soria).
Disponer de una buena planta y un terreno favorable no es suficiente para que una plantación produzca en buenas condiciones.
Es necesario realizar una serie de labores como, preparar el terreno, laboreo del mismo, riego, abonado y podas.
Un año antes de la plantación es conveniente eliminar toda la vegetación existente con una labor profunda de subsolador o arado, seguida de varios pases de cultivador o de grada.
Con el movimiento de tierra del quemado se pretende que el agua de lluvia penetre en el suelo y que la humedad del mismo se conserve más tiempo. En plantaciones jóvenes hay que mantener el terreno limpio de hierbas alrededor de las plantas y realizar una escarda en superficie, con cultivador, a principios de primavera. En las plantaciones en producción, una escarda al año (marzo-abril) es suficiente.
Es aconsejable una poda de formación en las plantas. Con la poda se consigue dar una iluminación adecuada al suelo, así como favorecer la emisión de raíces superficiales, en detrimento de las profundas. Con la poda se consigue dar una iluminación adecuada al suelo, así como favorecer la emisión de raíces superficiales, en detrimento de las profundas.
El periodo de recolección de la trufa comprende el periodo invernal desde finales de noviembre hasta mediados de marzo. Su recolección se realiza con la ayuda de perros adiestrados que la localizan en el suelo mediante el olfato.
La planta comienza a producir a los 10-12 años dependiendo de muchos factores, tipo de árbol, terreno, clima, existencia de riego, etc. Cuando entre en plena producción, a los veinte o veinticinco años, se pueden esperar rendimientos entre 10 y 20 kg/Ha en secano y de 20 a 50 Kg/Ha si se riega. Este periodo de máximo rendimiento dura unos 10 años. A los treinta o treinta y cinco años comienza el declive, hasta que a los cuarenta o cuarenta y cinco años, la producción se vuelve insignificante.