Debido a la forma como se
desarrollan y a su entorno natural, sería
impensable relacionar a los hongos con otros seres que no fueran
los vegetales. Pero la cuestión es que
aunque en muchos aspectos estos organismos parezcan semejantes, los hongos
tienen unas características que
establecen una diferencia y nos demuestran de forma evidente de que no
se tratan de una planta. Un examen
exhaustivo de su estructura, puso de manifiesto grandes diferencias con respecto a otros seres vivos.
Por este motivo los hombres de ciencia tomaron la decisión de considerar a estos organismos dentro de un reino independiente,
el de los Micetos.
Los hongos están emparentados con
los vegetales por su forma de reproducirse, y con los animales por su
particular metabolismo que almacena
glucógeno, un elemento característico que se encuentra en cantidades
importantes en el hígado de los
animales, y por contener quitina en sus tejidos, un polímero lineal que se
encuentra en el caparazón de los insectos.
Los hongos se diferencian en
inferiores y superiores. Los inferiores son los que no se pueden ver a simple
vista, teniendo que utilizar un
microscopio para su observación, de aquí que se llamen también hongos microscópicos. Los superiores o
macroscópicos, son las populares setas que
se recolectan en los bosques, y que en realidad se trata de la parte fructífera del hongo.